Un sol brillante baña La Sierra de Gredos, donde va a tener lugar a ceremonia de pasos del Grupo Scout Amorós, en el entorno incomparable de Gavilanes, pueblecito del valle del Tietar.
La Guilda Amorós participaremos en este acontecimiento de nuestro Grupo, que este año va a ser especial, por lo que a primera hora de la mañana se encamina hacia este espectacular balcón natural sobre el valle, cumpliendo sus ritos:
compartir coche, desayuno antes de subir a la campa, …Llegamos al prado y sentimos la alegría de encontrarnos no solo con los responsables, y los padres que no pertenecen a la guilda, sino también con otros amigos y conocidos relacionados con el Grupo Scout Amorós, que ya pasaron por él, y que no vemos habitualmente.
El transcurso del tiempo y el progreso de los chavales se nos van haciendo realidad mientras van pasando entre los bordones, dejando hueco a los más jóvenes que vienen detrás, al tiempo que corren algunas lagrimillas, y los padres buscan el mejor ángulo para la foto de su niño haciendo el paso.
Y llega el momento especial de este año: la responsable del kraal se dirige a Antonio González Paz, con unas palabras de cariño y despedida a quien ha sido el fundador de este Grupo Scout Amorós, antiguo consiliario y actual capellán del grupo, y el inventor de la frase de aliento que es un clásico de nuestro grupo: muy bien chaval.
Es también un paso de quién ha estado en al menos 50 campamentos, cocinando para todos los que han aprendido el escultismo en este Grupo, y que recuerdan con afecto sus sopas, sus postres,…. Y que ahora cede su sitio a un joven Dani Pajuelo, sacerdote marianista como él.
Ambos celebraron la Eucaristía, y después de los himnos, las avalanchas de rigor, y las fotos, continuamos confraternizando y riendo, mientras brotaban de las mochilas y bolsas las ensaladas, embutidos, quesos, croquetas, tortillas, y toda clase de viandas, a las que nadie supo, (o quiso), resistirse, acompañados de los diversos caldos que potencian el sabor de los alimentos y avivan el disfrute de la compañía.
Y como metáfora edulcorada de lo que ha sido el día, acabamos con esas especialidades a las que siempre reservamos un sitio al final de las comidas, que todos sufrimos gallardamente para no desairar a quiénes las hicieron, y cuyo único inconveniente es que sus efectos seguirán durante largo tiempo con nosotros, en esos cinturones que no te puedes quitar al acostarte.
Finalmente, y como corresponde a los scouts que somos, recogimos todo lo que pudiera delatar nuestra presencia en este precioso rincón natural, y regresamos a Madrid.